Ayudemos a llegar a Jerry a la meta

Hoy como tantas madres viví en carne propia uno de los mayores miedos: que tu hijo o hija se pierda, y aún más complicado en el caso de familias que tienen hijos con alguna discapacidad o neurodivergencia, como mi hija que fue diagnosticada con autismo desde hace más de 10 años.

¿Por qué me atrevo a escribir esta carta? Porque en verdad no encuentro otra forma de hacer que esta experiencia y este terror que viví tenga significancia, no puede ser algo que solo me alerte a mí y a mi familia, sabiendo que hay miles de padres y madres que como yo vivimos en este constante miedo y estamos siempre en extrema vulnerabilidad. Lo que vivimos mi familia y este día, debe de servir para algo, para hacer un cambio, para levantar más banderas rojas, para elaborar verdaderos protocolos de atención, para que las personas conozcan que existimos…

Quienes me conocen saben que el tema del autismo llego a mi vida hace ya 13 años, que viví un largo proceso de aceptación, que tuve muchas perdidas en mi vida de tipo personal, familiar y profesional, entre otros. Adaptarme a mi nueva vida no ha sido un camino fácil, pero si con la plena convicción que ser fuerte es mi única opción y trabajar por mi hija seria uno de mis propósitos de vida.

El sábado 19 de agosto del 2023 me desperté a las 9 am, mi sorpresa fue ver la puerta de mi casa abierta y que no estaba la bicicleta de mi hija, ni ella… con un grito le avise a mi esposo que teníamos que ir a buscarla, él de un brinco, sin zapatos, salió en su carro, yo fui por mi hijo de 4 años para hacer lo mismo. En un acto de desesperación, mientras rondábamos las calles, marqué a mis hermanos y a mis padres quienes también salieron a buscarla, pero al ver que en las cuadras cercanas no aparecía, dimos parte a las autoridades para levantar el reporte correspondiente.

Yo tenía que estar en la casa por si mi hija regresaba, atendiendo llamadas, compartiendo señas y fotografías de mi hija, avisando en qué partes era probable que estuviera, y sobre todo, tratando de estar bien porque no quería preocupar a mi hijo pequeño, puedo decirles que sin duda fue uno de los momentos mas angustiantes de mi vida.

Casi tres horas después, alrededor de las 11:50 de la mañana, un ángel en mi vida con nombre de Andrea me marca y me dice: “¿Tú eres la mamá de Turenna? ella aquí esta conmigo”.  Sentí que mi alma regresó al cuerpo, ya lo demás fueron sólo momentos y trámites para poder ir a recogerla junto con toda mi familia, y gracias a Dios, hoy mi hija está de nuevo en casa, con nosotros.

Soy testigo de todo el movimiento que se generó por el reporte que levantamos en el 911, Unidad de Policía Vial, Consejo de Vialidad, Policía Municipal y Estatal con quienes estoy eternamente agradecida; sin embargo, reconozco que eso no fue suficiente, en esta ocasión mi hija apareció casi tres horas después gracias a Andrea.

¿Y quién es Andrea? Ahora sé que es una mamá con un hijo de 8 años diagnosticado con autismo, una mamá que vio a una niña desorientada en una estación de Vive Bus al sur de la ciudad – vale la pena mencionar que yo vivo al norte–, y que gracias a su contexto de vida no la invisibilizó, ni normalizó el hecho que una niña estuviera sola y sin supervisión en una estación de autobús. Andrea reconoció a Turenna porque comparte espacios de terapia con su hijo, por lo que pidió mi teléfono a la terapeuta que los atiende y es gracias a ella que mi hija está hoy conmigo.

Pero, ¿qué pasó en esas tres horas que Turenna estuvo vagando por la ciudad? Ella anduvo en bicicleta y nadie la detuvo. Entró a 3 centros comerciales (Soriana, Smart y Bodega Aurrera) de donde agarró diversos artículos y se salió como si nada, sin pagarlos, y nadie la detuvo. Camino hasta la estación de Vive Bus, la cual  tiene guardias, y donde se subió a un vagón sin pagar y nadie la detuvo… Con esto quiero decir que existieron varias oportunidades de reaccionar como sociedad y nadie se cuestionó siquiera que hacia una niña sola, no sé si fue porque no la vieron, porque ya está normalizado o porque estamos inmersos sólo en nuestro camino, pero lo que sí es una realidad es necesitamos protocolos de alerta.

También es importante platicarles cómo viví yo la desaparición de mi hija y les puedo decir que sólo tenia pensamientos de culpa por no tener las medidas de seguridad “suficientes” en mi casa, que sí las tengo pero ella las violó cada una de ella; sentí culpa por no ser más estricta en el tema conductual, culpa por haberme quedado dormida y por no ponerle un GPS o un chip de seguridad. Sentí culpa por no poder evitar que crezca y detener su interés de ser independiente, por no saber cómo enseñarle a cuidarse de todos los riesgos posibles. Culpa por todo lo que no he hecho. ¿Qué tipo de acompañamiento emocional necesitamos las familias para enfrentar este tipo de situaciones? Que deseo de todo corazón no le pase a nadie.

Mi hija acude a terapias desde los 3 años, yo llevo más de 8 años siendo parte del equipo de Iluminemos por el Autismo, trabajando en Chihuahua cada uno de sus programas, visibilización, vinculación, capacitación, políticas públicas y acciones de fortalecimiento a familias;  siempre he sabido que hay mucho por hacer pero lo que ocurrió me confirma que es un tema donde todos debemos aportar para crecer la conciencia y los protocolos de atención. Y una vez más llego a la conclusión de que poner el tema en la conversación y concientizar a la sociedad es el camino.  

Hoy fortalezco mi compromiso de seguir trabajando por el autismo, primero habilitando a mi hija con las terapias necesarias y después, en donde nos permitan seguir hablando del tema para coadyuvar en la coordinación de transporte, vialidad, centro comerciales, tiendas departamentales, escuelas, dependencias, etc., pero sobre todo, fortaleciendo nuestra maravillosa Red de Padres y Madres, para seguir apoyándonos unos, porque como siempre lo he dicho recordando a una gran amiga que me regaló la frase “Si conoces comprendes, si comprendes incluyes”,  todos podemos ser vigilantes, todos podemos estar atentos a nuestro entorno, pero para ello debemos conocer y estar sensibilizados sobre lo que muchas familias como la mía vivimos día a día.

¿Tú qué harías si ves una niña sola, caminando en la ciudad sin supervisión?

Escribo esto como un llamado urgente para que cada uno hagamos lo que nos toca, para que cada uno realicemos nuestro trabajo y juntos nos sumemos para fortalecernos.

Gracias a mi esposo Raúl, mi hijo René, mis queridos hermanos y sobrinos, mis amados padres, a Andrea, Joan, Gaby, Paloma, las autoridades y todos los que estuvieron presentes aún a la distancia y me fortalecieron en estos difíciles momentos.

Hija mía, te amo y como te lo prometí desde el día uno, seguiré luchando por ti y por muchos niños y jóvenes que se encuentran en situación vulnerable.

Autora: Paola Trujillo Oaxaca, Representante Iluminemos por el Autismo Chihuahua.