Sospeché de mi diagnóstico hace unos años por una persona autista con la que compartía mucho. Siempre me sentí diferente por no poder ser igual a los demás, me distinguía por hacer cosas como no ver a los ojos a las personas, no reír con sus chistes o siempre estar distraída. Decidí esforzarme mucho para lograr integrarme con las personas, en ese proceso, conocí a un amigo, ahora mi esposo, él me impulsó a aceptarme tal cual soy.
Hoy, con un diagnóstico confirmado, soy fisioterapeuta. La mayor parte de las personas a las que les brindo terapia son autistas, por ello, me estoy especializando en trastornos del neurodesarrollo para ayudar a gente como yo.