El sábado pasado, 16 de febrero, viví una de las experiencias de esas que vale la pena todo, todo… Me invitaron a moderar un panel: «Diagnóstico, ¿lo digo o no lo digo? (he ahí el dilema)», con 7 adultos diagnosticados con Asperger.
Al recibir la invitación de Asperger México, no lo dudé ni un sólo segundo. Tenía la intención de reunirme con los participantes para, de alguna manera, anticiparlos y evitarles cualquier situación de estrés o incomodidad. Les pedí que me compartieran una pequeña semblanza y preguntas formuladas.
Revisando, me di cuenta que tenía mucho más potencial el panel, que sólo unas preguntas respecto a los retos y “ventajas” que pudiera tener el diagnóstico o la condición. Aunque no pude reunirme con ellos, aun así, sabía que podíamos tocar algunos temas de los cuales, me interesaba mucho conocer su opinión.
Llegué, tuve oportunidad de saludar a 5 de los participantes, uno de ellos Ricardo Aldair Coronel Robles, a quien ya lo conocía. Les pregunté si no les importaba que les preguntara algunas otras cosas, ellos accedieron. Para variar, salía a calmar un poco los nervios y cuando entré, ya estaba todo listo para comenzar.
En el panel estaba desde Armando Hernández, Magistrado del Tribunal Electoral de la Ciudad de México, a quien le tengo toda la admiración por el trabajo de sensibilización que ha realizado internamente, dos licenciados en Psicología, hasta una persona con Asperger que, de hecho, está por entrar a trabajar en una empresa.
Antes, debo aclarar que la mayoría de los 5 nunca había participado en un panel así, y yo, nunca lo había moderado.
Iniciamos presentando mientras yo les iba realizando unas preguntas que ya se habían preparado. Empezamos a hablar de los retos que tienen al vivir con una condición como el Asperger.
Todos adquirimos confianza, nos “soltamos” a hablar de diversos temas, fue algo increíble y de muchísimo aprendizaje. Me pude haber quedado por muchas horas platicando con ellos.
Todos coincidieron que sí, efectivamente, les hubiera sido más fácil transitar por la vida, si hubieran sabido, desde temprana edad, que tenían Asperger. Estuvieron de acuerdo en la necesidad que existe de un contexto sensibilizado sobre esta condición de vida . Dejaron claro lo complejo que puede ser socializar con los demás y cómo la comprensión que llegue a existir por parte de otras personas, les facilita su día a día.
Platicamos acerca de cómo la literalidad y la estructura concreta en su forma de pensamiento, puede ocasionarles problemas en su día a día. El contexto social o la forma en que nosotros, los que nos creemos “normales”, nos expresamos e interpretamos las cosas, influye en ellos. Hablamos de esas reglas sociales, por ejemplo, en el trabajo, qué pasaría si un día, algún compañero de trabajo les dice: hoy no quiero comer con ustedes, cómo lo tomarían. Como esa forma de pensamiento es tan “real”, que los hace ser, hasta cierto punto, demasiado “honestos” ( aquí es donde creo, que muchos de los que no estamos diagnosticados deberíamos de aprender mucho de los que sí, y que muchas personas pueden aprovechar eso).
Comentamos las ventajas de esas estructuras para ser autodidactas, sistematizar la información a tal grado de no encajar “socialmente”, pero que, sabiendo usar a su favor podían aprender fácilmente.
Aproveche para preguntarle a Ricardo, quien promovió el primer el juicio de interdicción, del por qué haberlo hecho. El comentó que, al haber tramitado su certificado de discapacidad, y llevar a cabo éste, había perdido toda su independencia y lo único que quería era recuperarla.
Tenía a dos psicólogos, aproveché y les pregunté respecto a las herramientas de diagnóstico; como ellos dos que estudiaban Psicología, nunca “sospecharon” algo. Los cuestioné de que cuál era su opinión, respecto a que la ciencia, quisiera clasificar todo dentro del Espectro Autista, eliminando como tal, el diagnóstico de Asperger en el DSM (Manual diagnóstico y estadístico), que cuál era su opinión de que según los que lo elaboran, el Asperger no existía como tal… su respuesta, fue “tan existe, que aquí estamos nosotros”.
Me quedo con el gran esfuerzo que hacen todos los días para “pertenecer” a la “normalidad” como la entendemos, y cómo, nosotros, deberíamos de aprender mucho más de ellos. Deberíamos de preocuparnos menos por “encajar” y más por la autenticidad, por la empatía. Y lo que siempre, cada día, la inclusión es tarea de todos.
Autor: Gerardo Gaya.
Vivo en USA, y si piensan que este pais, por ser una potencia, no pasan las cosas que en mi México, no lo crean, aca la información es poca, y en español es casi nula lo mismo que la ayuda, es muy difícil encontrar una guía para alguien como yo (mamá de un niño autista), Que nunca había tenido ningún tipo de «contacto» por así decirlo de con este trastorno. Escuche de ustedes por casualidad y de ahora en adelante los seguiré y vere sus boletines, así como comentaré mi experiencia diaria con mi «gordito». Gracias todo es ayuda