Las personas con autismo ven el mundo a través de unos ojos distintos a los de las personas que no lo sufren, y esto influye en cómo interaccionan con su entorno.
Un estudio de Cal Tech, publicado el pasado 22 de octubre, ha descubierto que esto se debe a que el cerebro de una persona que sufre trastornos del espectro autista (TEA) interpreta de un modo diferente mucha de la información visual que recibe.
«Se sabe que las personas con TEA tienen dificultades para entender cómo se sienten otras personas o para comprender qué significan sus gestos sociales al mirar sus expresiones faciales o su postura», explicaba el doctor Ralph Adolphs, autor principal del estudio, a la edición estadounidense de The Huffington Post. «Esto puede deberse a que se fijan en ello de forma diferente».
En otras palabras, cuando una persona con autismo muestra comportamientos repetitivos o antisociales, no se comunica o tiene dificultades para hacerlo —los principales síntomas de este trastorno— puede ser consecuencia de su percepción y de su centro de atención en una situación concreta.
«Entre otros descubrimientos, nuestro trabajo demuestra que no es algo tan simple como que ‘la gente con TEA no mira de forma normal a la cara'», afirma Adolphs. Y aclara: «No ven la mayoría de las cosas como los demás».
Los investigadores indagaron en este tema creando una serie de fotografías que ilustran cómo una persona con autismo percibe su entorno. Para el estudio, el equipo de investigadores enseñó 700 fotografías a 20 personas con autismo de alto funcionamiento y a 19 sujetos control, que no tenían autismo, a la vez que un dispositivo de seguimiento ocular grababa sus patrones de atención a los diferentes elementos de las imágenes.
Las representaciones a continuación muestran lo que han descubierto los investigadores.
En cada par de fotografías, la imagen de arriba revela cómo la percibe una persona con autismo y la imagen de abajo, cómo es percibida por un sujeto control.
En estas dos imágenes se puede ver cómo la persona con autismo se centra más en la cabeza del árbitro en vez de fijarse en la cara del jugador.
En este par de imágenes, la persona con autismo se fija más en el árbol y en el cielo en vez de en los elefantes que están en el primer plano.
En estas imágenes, la persona con autismo no presta atención a la trayectoria de la pelota de la misma manera en que lo hace el sujeto control.
Como puede comprobarse, a las personas con autismo les atraen menos las caras y otros elementos relevantes, una tendencia que puede traducirse en dificultades en situaciones sociales.
«Quizá esto les obstaculice más la socialización, especialmente en un entorno complejo, como es el caso de una fiesta, porque pueden tener dificultad para saber a dónde dirigir su atención», explicaba Adolphs a The Huffington Post.
Estos descubrimientos pueden ayudar a los médicos en el futuro a identificar los subtipos del autismo, lo que les permitirá realizar mejores diagnósticos.
«A la hora de informar de un diagnóstico, este estudio puede ser muy útil«, declaró Adolph. «El autismo implica muchas cosas. Nuestro estudio es un primer paso para intentar descubrir los distintos tipos de autismo que existen… Una vez hayamos identificado estos subtipos, podremos empezar a preguntarnos si lo mejor es llevar a cabo diferentes tratamientos».
Cada vez nos damos más cuenta de que no se puede abordar el autismo con un diagnóstico universal. Un incremento en la investigación puede ayudar a diseñar tratamientos a medida que engloben todos los matices de este trastorno.
Fuente:The Huffington Post
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