El diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un proceso clínico, técnico que debe ser realizado desde una perspectiva humana y sensible. Para muchas familias, representa la posibilidad de comprender mejor a sus hijos e hijas, de acceder a apoyos adecuados y de nombrar experiencias que hasta entonces eran incomprendidas.
Para muchas personas adultas autistas, recibir un diagnóstico también puede ser un acto de autocuidado, una forma de validarse y de resignificar su historia personal. Es una oportunidad de conocerse mejor, entender sus procesos y tomar decisiones para su bienestar.
Pero es muy importante recordar: el diagnóstico no debe usarse para etiquetar, limitar o patologizar a las personas. Debe ser una herramienta de acompañamiento y comprensión, que permita reconocer necesidades, valorar fortalezas y construir una vida más plena.
Antes de entrar en detalle sobre cómo se diagnostica el autismo, es necesario destacar que cada persona autista es diferente. No hay un único perfil. Algunas personas pueden hablar fluidamente, otras no usan lenguaje oral pero se comunican con imágenes o dispositivos; unas disfrutan del contacto social, otras lo evitan; algunas tienen desafíos sensoriales muy marcados, otras pasan desapercibidas durante años.
Por eso, el diagnóstico debe adaptarse a cada realidad, respetando las particularidades de cada niño, niña, adolescente o persona adulta.
¿Cómo se realiza el diagnóstico de autismo?
Aunque cada terapeuta puede tener sus propios enfoques y herramientas, hay una ruta general que suele seguirse. Aquí te la compartimos:
1. Entrevista clínica
El primer paso es escuchar.
Si se trata de una niña, niño o adolescente, el equipo clínico se reúne con la madre, padre o cuidadores para hacer una entrevista profunda sobre su desarrollo, lenguaje, juego, relaciones sociales, intereses y rutinas.
En el caso de personas adultas, la entrevista puede hacerse directamente con la persona o en compañía de alguien de confianza o su terapeuta, revisando su historia de vida, dificultades, experiencias sensoriales y estilos de comunicación.
Esta etapa es clave para entender el contexto emocional, familiar y social de quien está siendo evaluado.
2. Pruebas de tamizaje (Evaluación inicial)
No son pruebas diagnósticas definitivas, pero orientan si es necesario profundizar con otras herramientas.
Entre las más utilizadas están:
M-CHAT-R/F (niños de 16 a 30 meses)
VéaneMe (en el primer año de vida)
ESAT
Cuestionarios de autoevaluación
Estas ayudan a observar si hay aspectos del desarrollo que requieren atención.
3. Evaluación diagnóstica específica
Si hay señales relevantes, se aplican herramientas más completas que ayudan a identificar patrones relacionados con el espectro autista.
Entre las más utilizadas:
ADI-R (entrevista diagnóstica para cuidadores)
ADOS-2 (observación semiestructurada del comportamiento)
PDA (Perfil del Desarrollo Autista)
CRIDI (Cuestionario para la detección de Riesgo en el Desarrollo Infantil)
Estas combinan observación directa y relatos contextuales para lograr un diagnóstico más preciso.
4. Evaluación del desarrollo
Se exploran también las capacidades, talentos y áreas de avance, no solo las dificultades. Esto ayuda a conocer a la persona de manera integral.
Instrumentos posibles:
Battelle (BDI-2) (desde el nacimiento hasta los 7 años y 11 meses.)
Escalas Vineland
Escala de Gesell
Evaluación del Desarrollo Infantil (EDI)
5. Cotejo con criterios diagnósticos internacionales
Con toda la información reunida, el equipo medico compara los hallazgos con criterios formales establecidos por:
DSM-5-TR (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, APA)
CIE-11 (Clasificación Internacional de Enfermedades, OMS)
Esto permite confirmar o descartar un diagnóstico dentro del espectro autista.
6. Canalización médica
Aunque muchas evaluaciones pueden ser llevadas por psicólogos o equipos interdisciplinarios, es común que el diagnóstico sea complementado por un médico especialista, sobre todo para descartar o tratar condiciones coexistentes:
- Paidopsiquiatra
- Neurólogo infantil
- Psiquiatra o neurólogo en caso de ser adulto o adulta
7. Entrega de resultados y acompañamiento
La entrega del informe no debe ser solo un trámite técnico, sino una conversación cálida y respetuosa. Es fundamental explicar con claridad los hallazgos, responder preguntas, contener emocionalmente y ofrecer un plan de acción adaptado o personalizado.
También es importante brindar información sobre:
- Estrategias educativas y terapéuticas
- Derechos de las personas autistas
- Espacios de apoyo psicológico, emocional y legal
El diagnóstico como punto de partida
Obtener un diagnóstico puede ser un alivio, una respuesta, un inicio. Pero nunca debe convertirse en una sentencia ni en un límite. La intervención no debe buscar corregir lo que «falta», sino fortalecer lo que ya existe, respetando los ritmos, intereses y formas de ser de cada persona.
Después de esta información te recordamos que contamos con una Red de Madres, Padres y/o Cuidadores, así como con un directorio de clínicas y especialistas creado a partir de recomendaciones de la comunidad, en autismo, que podemos compartir contigo si estás en búsqueda de orientación profesional. Si tienes dudas, preguntas o necesitas acompañamiento, no dudes en contactarnos, escríbenos a [email protected]. Estamos aquí para caminar contigo.