Conocido en español como el síndrome de agotamiento, el burnout es un estado de desgaste físico, emocional y mental que es resultado del estrés prolongado. Es comúnmente relacionado al contexto laboral, donde se refleja en apatía, cansancio extremo, falta de motivación. Cuando hablamos del burnout en el autismo puede ser totalmente distinto, ya que no solo se relaciona al entorno laboral, sino a la relación social y cotidiana que viven las personas autistas en todos los espacios. Es por tanto el resultado de una acumulación de esfuerzos constantes que muchas veces realizan las personas autistas por adaptarse a las expectativas sociales, sensoriales y comunicativas que no se piensan ni se adaptan para la neurodivergencia.
En las personas autistas se puede manifestar de las siguientes maneras:
- Puede desarrollarse fatiga física y mental
- En algunos casos hay aumento en la sensibilidad a luces, sonidos, olores, texturas.
- Puede generar dolores físicos, como de cabeza, estómago, tensión muscular, fiebre, entre otras.
- A largo plazo puede generar o agravar ansiedad y depresión.
Las causas del burnout son: el enmascaramiento constante, pues en una sociedad que exige comportamientos como el contacto visual; evitar movimientos corporales como de brazos o piernas; socialización constante a presión por cumplir con las expectativas sociales (en la escuela, el trabajo o la familia) sin tomar en cuenta las necesidades particulares.
Además de ello los espacios sociales, laborales y personales que producen sobrecarga sensorial: estos son aquellos no aptos para las neurodivergencias pues son ruidosos, con luces intermitentes o en exceso. Como lo son los centros comerciales, las plazas, las calles, el tráfico vehicular, oficinas por mencionar algunos.
¿Cómo apoyar a una persona que está en burnout?
- Crear entornos accesibles y tranquilos, donde las personas no tengan que “actuar” para ser aceptadas.
- Escuchar sin juzgar. validar lo que la persona siente, sin minimizar ni comparar.
- Respetar los tiempos y necesidades: cada quien tiene su ritmo de recuperación.
- Fomentar la autorregulación, no desde la imposición, sino desde el acompañamiento: pausas, movimientos repetitivos, espacios silenciosos, espacios con poca luz etc.
- Evitar el capacitismo: dejar de pensar que hay una forma “correcta” de ser, comportarse o comunicarse. La diversidad neurológica también es parte de la humanidad y es valiosa.
- Buscar ayuda profesional respetuosa del enfoque neurodivergente, como terapeutas ocupacionales, psicólogas o acompañantes que entiendan el autismo desde una perspectiva empática.