Para lograr una verdadera inclusión educativa, además de adecuaciones curriculares y ajuste en los métodos de enseñanza y aprendizaje necesitamos empezar a trabajar en uno mismo como docente, desde la empatía. Es por ello, que queremos compartirte una carta que la maestra Alicia escribió a uno de sus alumnos autistas en el fin del ciclo escolar pasado.

Querido alumno:

Hoy me dicen que todas las veces que te correteé por el patio valieron la pena, hoy me cuentan que lograste no solamente leer y escribir, sino sumar; restar; multiplicar; incluso dividir; sin duda alguna, tu mamá no paró para encontrarte el lugar indicado.

Ambos crecimos juntos, esta vez te escribo desde una nueva función, pero con la misma pasión con la que me entrego a la docencia. Han pasado ya algunos años y en éstos, aprendí a seguir tus huellas, siempre transformándote, siempre desafiando el destino.

Lograste muchas cosas y me alegra haber sido la pionera en todo tu proceso educativo.

La pandemia no te detuvo para aprender, eres y serás mi modelo para indicar que miles de aprendizajes pueden ser dominados.

Quiero que sepas que existirán muchos obstáculos más en tu camino, que no todo es perfecto como tus colores apilados por tamaños, que existirán muchas cajitas amarillas por abrir y dominar, que podemos llorar pero después debemos seguir.

Es increíble cómo debes continuar forjando conductas, para un mundo que no está preparado para este grandioso reto. Ahora te toca no solo sostener el lápiz para lograr una escritura guiada, tu nuevo reto será sostener las ecuaciones, las nomenclaturas químicas, infinidad de cosas que te faltan por lograr.

Creciste tanto, y me siento orgullosa al saber que lograste grandes cosas y que te encuentras rodeado de personas que te protegieron, pero sobre todo impulsaron tus logros. Trasciende, impacta, sueña, siempre como un niño y lucha con espadas de conocimiento contra los enormes dragones llamados ignorancia.

Tu maestra, Alicia