El autismo es una condición presente en más de 1.2 millones de personas en México, cifra arrojada por el único estudio de prevalencia en nuestro país que dice que 1 de cada 115 personas está en el Espectro Autista. Pero si tomamos de referencia el dato del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, CDC por sus siglas en inglés, donde sí hay investigación socioestadística constante, la cifra crece a más de 3 millones de personas. Hay mucha desinformación sobre el tema y sobre, confusión en las conceptualizaciones, tenemos claro que no es una enfermedad, pero ¿es una discapacidad?
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su última versión (DSM-5) y la Clasificación Internacional de Enfermedades, describen al autismo como un trastorno del desarrollo neurológico, esto deriva de que la Organización Mundial de la Salud define a la salud de una forma amplia, como un estado de completo bienestar físico, mental y social, no sólo como la ausencia de una enfermedad, por lo que clínica y legalmente se engloba al autismo como un tipo de discapacidad, aunque no sea una enfermedad sino una condición de vida.
Una condición debido a la cual es posible experimentar dificultades en la integración sensorial, la comunicación, el comportamiento y la interacción social. Algunos también pueden tener discapacidades intelectuales concomitantes o situaciones de salud física y/o emocional, lo que puede hacer que la vida diaria sea aún más desafiante.
Pero el dilema de sí es o no una discapacidad viene básicamente de la gran diferencia entre dos modelos conceptuales. El modelo médico que ve la discapacidad como un problema de la persona, causado por una enfermedad o un trauma, la persona es “vulnerable”. Y el modelo social donde la discapacidad no es un atributo de la persona. sino un conjunto de condiciones causadas por el entorno. Desde esta visión, más que ser “vulnerable” se es “vulnerado” por el entorno y el contexto, por la falta de apoyos y ajustes razonables, por la ausencia de una cultura de comprensión, empatía y respeto.
¿Es entonces una discapacidad? Depende. Es importante recordar que el autismo es una condición única para cada persona, por lo cual es indispensable ser conscientes de que la terminología y conceptualización puede variar dependiendo del contexto, de si hay condiciones concomitantes o no. Como bien dice Ernesto Reaño, psicólogo y lingüista de Perú, “clasificamos la discapacidad como si esta no dependiera del entorno y el contexto en donde se nace o se vive”.
Lo verdaderamente importante cuando hablamos de autismo es que la familia conozca las opciones que tiene para acompañarse y poder mejorar su calidad de vida; que se acerquen a especialistas que puedan generar programas terapéuticos enfocados en las necesidades particulares y que se trabaje con el entorno para la inclusión deje de ser un privilegio para algunas personas. Si conoces a alguien con autismo o tienes dudas sobre el tema acércate a nosotros en www.iluminemos.org.