Podría desmitificar una infinidad de falsas características que se le atribuyen al concepto de autismo. Podría desmentir cada una de ellas con lujo de detalle, sin embargo, si algo está en nuestras manos, como personas dentro del espectro autista, es dar testimonio, sensibilizar a toda la sociedad y también ayudar a otros con la misma condición de vida. Por lo tanto, el hablar en primera persona me permite compartirles que para mí el autismo es un arte, ya que cada individuo lo vive de forma diferente. No se pueden encasillar a dos o más seres con autismo en el mismo lugar. No, para nada. Quienes poseemos este modo de ser en el mundo, de alguna u otra manera, hemos creado estrategias y tácticas para adaptarnos al entorno alista.
Con ello no pretendo caer en un lamento o victimización por lo complicado que nos puede resultar adaptarnos o recibir comprensión de los otros, al contrario, ¿Acaso no el arte se fundamenta en múltiples técnicas, pruebas y errores? ¡Exacto! No hay duda de que el vivir con autismo es una invitación constante a superarte cada día más y aceptarte tal cual eres. Asimismo, conlleva una serie de ensayos sociales, experimentos sensoriales y demás pruebas hacia el exterior. Para cada quien eso implica un mayor o menor grado de dificultad, pero sé que somos muchos los que lo intentamos más de una vez, al igual que un artista insiste sobre el lienzo y se frustra en numerosas ocasiones. Tampoco quiero decir que el autismo se reduzca o esté a la par de una de las bellas artes o viceversa, simplemente que en esencia se basan del mismo principio.
Para nosotros, las personas con autismo, es un arte saludar a varias personas a la vez o conversar con ellas. Lo mismo tener que frecuentar a las mismas gentes y sitios por periodos prolongados de tiempo o actuar que somos más o menos extrovertidos. Y, exactamente cómo sucede en el arte, no siempre se manifiestan emociones lindas, por eso solemos sentirnos a veces cómodos y a veces angustiados. No obstante, lo importante es establecer esa conexión con nuestra parte emocional, sin negarla, ni juzgarla, solo respetarla, tal cual el artista se apoya en sus sentimientos para crear desde obras alegres y vibrantes, hasta piezas tristes y apagadas.
El autismo es un arte porque nos llama a adaptarnos a nuevas situaciones y escenarios, a imaginar posibilidades en mucho silencio, a alternar los ritmos percibidos, a encontrar la soledad absoluta, a interiorizar lo que no podemos expresar con facilidad (aunque tengamos lenguaje fluido) a observar desde dentro la realidad y finalmente salir con una creatividad invaluable. Solo es cuestión de voluntad, de darse la oportunidad, o darla según sea el caso, y agotar cualquier opción de oficio, estudio, ocupación, labor, trabajo o profesión, por más loco que parezca. Puede ser desde el arte de pintar, bailar o cantar, hasta el arte de acomodar u organizar. Todo se vale en el arte y en el autismo.
Autor: Adriana Cantoral
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